Efectos de la contaminación del agua
El agua es
el recurso básico que garantiza la vida de todos los seres vivos del planeta.
Sin agua, no es posible la vida. Si su composición se ve alterada, los
organismos animales y vegetales sufren cambios en su metabolismo.
En definitiva, es deber de cada uno garantizar la disponibilidad de agua, su gestión sostenible y el saneamiento para todos, tal y como recoge el sexto de los Objetivos de Desarrollo Sostenible adoptados por Naciones Unidas en la Agenda 2030.
Las
principales consecuencias que esto provoca son , en primer lugar, la
desaparición de la biodiversidad y los ecosistemas acuáticos. También el ser
humano se ve muy perjudicado a causa de la alteración en la cadena alimentaria
y contrae enfermedades al beber o utilizar el agua contaminada.
El
agua potable, para que pueda ser utilizada con fines alimenticios, debe estar
totalmente limpia, ser insípida, inodora e incolora y tener una temperatura
aproximada de 15°C; no debe contener bacterias, virus, parásitos u otros
gérmenes que provoquen enfermedades; y, además, no debe exceder los límites
establecidos en cantidades de sustancias minerales.
Sin
embargo, el agua es también necesaria para cultivar y procesar alimentos, así
como para proporcionar energía a las industrias, con el objeto de satisfacer a
una población en constante crecimiento. La gestión inadecuada de este agua
conduce, por un lado, a que el agua que beben millones de personas se vea
peligrosamente contaminada y pueda ocasionar problemas de salud; y por otro, a
que parte de los ecosistemas acuáticos terminen desapareciendo por la rápida
proliferación de algas invasoras, que se alimentan de todos los nutrientes que
les proporcionan los residuos (eutrofización). Las algas utilizan gran cantidad
de oxígeno, lo que hace que disminuya en el agua la concentración necesaria de
éste para permitir la respiración de los animales acuáticos, causando su
muerte.
La
contaminación del agua se genera por diferentes tipos de vertidos: las aguas
provenientes de los hogares, las aguas de origen industrial, que son las que
contaminan en mayor grado, las aguas de origen agrícola y las aguas blancas,
que son las que proceden de la lluvia, la nieve o el deshielo, y también las
que se obtienen de la limpieza de calles, parques y lugares públicos.
La
contaminación industrial de ríos y lagos provoca la muerte de cantidad de
peces, que sufren paralización de su metabolismo; y los derrames de petróleo,
las llamadas mareas negras, provocan la muerte a miles de aves marinas por
asfixia, y reducen la actividad fotosintética de las plantas marinas al no
permitir el paso de la luz.
El
cadmio es utilizado como fertilizante para las plantas, y puede ser absorbido
por las cosechas e ingerido por el hombre. En niveles altos, puede causar
diarrea severa y daño en el hígado y los riñones.
De
la misma manera, los pesticidas utilizados en los campos de cultivo agrícola se
filtran por los canales subterráneos y llegan a las redes de consumo.
Otra
de las causas de la contaminación del agua es la deforestación en las zonas
costeras y la creciente demanda de la construcción. Si a esto le añadimos el
hecho de que la pavimentación no permite el paso a las filtraciones de aguas
fluviales cuando llueve, el ecosistema se ve seriamente perjudicado. Esto
favorece que las aguas saladas se filtren por debajo, contaminando las aguas
dulces.
Los
océanos del mundo han sido receptores de uno de los mayores porcentajes de
contaminación. Se han encontrado cangrejos muertos, envenenados por cadmio,
peces infectados por mercurio, DDT y otros venenos fabricados por el hombre,
...
Algunas
posibles soluciones a la contaminación del agua serían: plantar árboles en las
orillas de los ríos o lagos, el uso adecuado de los productos por parte de las
industrias, reducir el uso de productos químicos en las plantaciones, controlar
los vertidos.
En definitiva, es deber de cada uno garantizar la disponibilidad de agua, su gestión sostenible y el saneamiento para todos, tal y como recoge el sexto de los Objetivos de Desarrollo Sostenible adoptados por Naciones Unidas en la Agenda 2030.
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