¿Turismofobia?
La
"turismofobia" ha sido un tema de actualidad este verano en los
medios de comunicación. Es más, la palabrita, al parecer, es nueva; es decir,
que no aparece (aún) en los diccionarios. Pero ¡¡tranquis!!, la Fundación del
Español Urgente (Fundeu) ha intervenido y la ha declarado un "neologismo
válido".
Según el Diccionario de la Real Academia Española, una "fobia" es una aversión (rechazo o repugnancia) exagerada a algo o alguien. Por lo tanto, podemos considerar la "turismofobia" como un rechazo al turismo, para tener claro de lo que vamos a hablar.
Según el Diccionario de la Real Academia Española, una "fobia" es una aversión (rechazo o repugnancia) exagerada a algo o alguien. Por lo tanto, podemos considerar la "turismofobia" como un rechazo al turismo, para tener claro de lo que vamos a hablar.
Las comunidades que más se
han visto afectadas por este rechazo, según los medios de comunicación, son
Baleares, Barcelona, Valencia y Andalucía. Pero, ¿a qué se debe este rechazo?
Hay quien afirma que tanto
jaleo ha sido provocado por un grupo de personas que quiere cuidar su entorno
de una manera más sostenible, y que está en contra del turismo que viene a
destrozarlo todo. Según estas personas, está llegando una cantidad desmesurada
de turistas en verano, los hoteles se llenan y estos turistas ocupan
apartamentos en los barrios más visitados, creyendo muchos de ellos que tienen
derecho a hacer todo aquello que no se les dejaría hacer en un hotel: fiestas,
ruidos, borracheras en todo momento y lugar, ... . En fin, que al final lo que
parece es que ellos están en su casa y que los turistas somos nosotros. Además,
esto conlleva también que el sector inmobiliario desplace a la población de
estos barrios para sacarle partido turístico a las viviendas, que suban los
alquileres y que se pierda población. Todo ello sin dejar de nombrar que se ha
pasado de disponer de 10 m2 por persona en las playas a tener 2 m2;
vamos, que si sacas el brazo de la toalla, tocas al de al lado.
A este respecto yo opino
que aquellos turistas incontrolados que no respetan el lugar en donde están,
faltan al respeto a los ciudadanos de dicho lugar; pero aquellos ciudadanos que
marcan el lugar con pintadas insultantes como las que se han visto, también
faltan al respeto a todos aquellos turistas que sí que cuidan y admiran el
lugar en el que están. Por lo tanto, hasta a quejarse hay que aprender y, por
lo visto no es fácil. Naciones Unidas declaró 2017 como Año Internacional del
Turismo Sostenible para el Desarrollo. Y estoy muy de acuerdo con Taleb Rifai,
el presidente de la Organización Mundial del Turismo en España, cuando dice que
esto significa que existe una responsabilidad por parte de todos de asegurarse
de que se contribuye a la sostenibilidad, pero que no podemos olvidar que lo
más importante es siempre el respeto hacia el otro.
Pero, ¿es realmente el
turista incontrolado el enemigo o es alguna industria turística sin escrúpulos
que sólo busca el beneficio a costa de lo que sea? Tengamos en cuenta que
Barcelona, la ciudad que más visitantes recibe del país, se estima que reciba
este año a 10 millones de visitantes. Esto supone más de 150.000 empleos y un
impacto económico de más de 10.000 millones de euros al año. ¡¡Madre mia!! Con
razón la mayor parte de los políticos afirman que todo esto es obra de los
independentistas, de esos que tienen un sentimiento político de tierra propia. Y,
aunque también éstos se aprovechen de la situación, este argumento parece ser más
bien al que se agarran los Ayuntamientos para quedarse observando el problema y
no hacer nada al respecto, salvo, claro está, embolsarse unos buenos euros.
Para terminar, decir que
por dos veces se ha pretendido insinuar en los medios de comunicación que
también en Canarias, más concretamente en Gran Canaria, en Maspalomas, ha
habido dos episodios de turismofobia. Pero todo se reduce a la aparición de
varias hamacas destrozadas. No tiene nada que ver con lo que se viene viendo en
las comunidades antes mencionadas. Así que vamos a respirar hondo, vamos a
cruzar los dedos y vamos a seguir pensando que el turismo que recibe Canarias
es capaz todavía de respetar el lugar en el que está. Porque aplatanados, sí,
pero defensores de lo nuestro, también. Eso sí, defensores educados.
👍
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